China desata una avalancha de exportaciones que está reconfigurando la economía global
China está reescribiendo las reglas del comercio mundial. Mientras los aranceles impuestos por el presidente estadounidense Donald Trump restringen su acceso al mercado norteamericano, las exportaciones chinas están inundando países en Asia, Europa y América Latina, transformando economías y tensando relaciones geopolíticas.
El gigante asiático ha intensificado su apuesta por la manufactura como respuesta a la crisis interna del sector inmobiliario. Para contrarrestar la desaceleración económica, Pekín ha canalizado fuertes subsidios hacia la industria exportadora. El resultado: una avalancha de productos chinos —desde vehículos eléctricos hasta textiles y juguetes— que está desplazando la producción local en varios países.
El superávit comercial chino supera ya los 500.000 millones de dólares en lo que va del año, un crecimiento de más del 40 % frente al mismo período de 2024.
“China tiene muchísimos productos que necesita sacar al mundo. Aunque Estados Unidos le imponga barreras, es casi imposible frenar ese flujo”, afirma Leah Fahy, economista de Capital Economics.
Impacto en cadenas globales y países emergentes
La reconfiguración de las rutas comerciales es clara: mientras disminuyen las exportaciones chinas a EE. UU., aumentan hacia destinos como Vietnam, Indonesia, Brasil y Alemania. En este último, las importaciones desde China crecieron un 20 % el mes pasado.
Este fenómeno ha generado efectos colaterales. En Indonesia, 250.000 trabajadores del sector textil perdieron sus empleos en los últimos dos años debido a la competencia con productos más baratos de China. En Tailandia, fabricantes de autopartes cerraron por la irrupción de vehículos eléctricos chinos. En Brasil, la industria automotriz ha solicitado al gobierno investigar posibles prácticas de dumping por parte de empresas chinas.
Pese a los intentos de Washington por frenar a Pekín, incluso amenazando con nuevos aranceles a terceros países que comercian con productos chinos, muchos países siguen recibiendo una oleada de mercancías desde el país asiático.
El modelo chino desconcierta a los economistas
Lo que desconcierta a analistas y expertos es que China no solo ha apostado por productos tecnológicos avanzados —como chips y autos eléctricos— sino que también ha duplicado la producción de bienes de bajo costo, contradiciendo el patrón tradicional de evolución industrial.
“La teoría económica sugiere que una economía en desarrollo deja atrás la manufactura básica. China, en cambio, hace ambas cosas”, señala Priyanka Kishore, economista en Singapur.
China produjo este año un 45 % más de vehículos eléctricos que en 2024, a pesar de una feroz guerra de precios interna. Las exportaciones de este tipo de vehículos crecieron un 64,6 %, según la Asociación China de Fabricantes de Automóviles.
Una nueva era de tensiones comerciales
El resurgimiento exportador de China plantea un dilema para muchos países: aceptar el crecimiento económico impulsado por la inversión extranjera y el comercio chino, o proteger a sus industrias locales. En cualquier caso, la presión de Pekín sobre el tablero global parece imparable.
Con este nuevo giro en el comercio internacional, el mundo asiste al inicio de una nueva ola de competencia que promete sacudir aún más las economías emergentes y las relaciones internacionales.