La importancia de las importaciones y exportaciones
Si los números tuvieran palabras, de seguro que expresarían con mayor claridad la importancia de lo que causan las exportaciones e importaciones, pero hablemos de sus buenos resultados: forman parte del éxito para numerosas empresas. La globalización ha hecho necesario que los actores implicados en la economía se posicionen desde una perspectiva integral para crecer a la par de los mercados competitivos y cambiantes que nos rodean. En este sentido, las exportaciones y las importaciones representan beneficios y abren oportunidades.
De acuerdo con Flavia Santoro, presidente de Procolombia, hay aproximadamente 3.500 compradores de 57 países que pueden hacer negocios con alrededor de 1.900 empresas colombianas, según afirmó en el foro “El papel de las exportaciones no mineras en la reactivación económica de Colombia”.
En el mismo espacio de discusión, Laura Valdivieso, viceministra de Comercio Exterior, afirmó que las empresas que exportan tienen una posibilidad de crecimiento de entre 30% y 45%, lo que convierte a la exportación en una actividad importante para el crecimiento y el desarrollo empresarial. Datos que demuestran la importancia de expandir los procesos de comercio locales al panorama internacional.
El potencial exportador de empresas colombianas puede impulsarse a través del comercio electrónico transfronterizo, un aliado que ha tomado fuerza tras la emergencia sanitaria ocasionada por la pandemia del covid – 19.
Sin embargo los beneficios empresariales de exportar e importar y explorar nuevos mercados de inversión y expansión en el exterior, así como importar innovaciones para la operación y la logística empresarial, aumenta la competitividad de las organizaciones. Las experiencias comerciales internacionales aportan conocimiento y habilidades que pueden llegar a implementarse en el mercado local, mejorando la eficiencia y los resultados.
La competitividad internacional en un mundo que tiende a la globalización, cada empresa y actividad económica debe competir con sus similares ubicadas en cualquier lugar del mundo. Para sobrevivir, deben transformar las ventajas comparativas en ventajas competitivas.
Por ello, los países que se abren al comercio exterior deben diseñar una serie de medidas macroeconómicas que permitan a las empresas privadas desarrollar ventajas competitivas sin restricciones. Luego, la apertura siempre viene acompañada de desregulación de los mercados, entre ellos: el de los factores productivos (laboral y de capitales), de productos (materias primas, productos intermedios y finales) y servicios (incluyendo los de comunicaciones y de transporte). Así como también, de programas de privatización de las empresas públicas (incluyendo los servicios básicos), algunos servicios públicos (salud, educación, aduana, etc.) y, en muchos casos, la infraestructura o al menos su operación.
Las ventajas competitivas son pasajeras, van cambiando en la medida que los competidores cambian sus estrategias, los países sus regulaciones y los bloques su organización interna. Por ende debemos estar dispuestos a la transformación constante, la activación de mecanismos novedosos y la adaptación a nuevos sistemas de negociación, sin hablar de los aspectos logísticos que son grandes actores dentro de estos procesos.
La apertura al comercio internacional unilateral de los países en el Lejano Oriente, Latinoamérica, Europa Oriental y ex-Unión Soviética, ha producido un cambio sin precedentes en la competitividad internacional de países y empresas, la emergencia de nuevos mercados, la formación de bloques de países y liberalización del comercio internacional, principalmente de los países en desarrollo.
Todo esto marca una gran expectativa en donde solo los que estén actualizados y se muestren de brazos abiertos al mercado cambiante, continuarán siendo protagonistas de estos sistemas económicos que permiten ofrecer desarrollo a los países y mundo entero.